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Jeff Fisher, la receta de la mediocridad

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Por Rodrigo Quintanar.

Nota del Editor: Esta es una colaboración de nuestra sección Practice Squad, donde nuestros lectores aportan sus puntos de vista sobre lo que pasa en la NFL.

A pesar de estar a una sola derrota de convertirse en el head coach con más juegos perdidos en la NFL, Jeff Fisher recibió una extensión de contrato que le pagará siete y nueve millones de dólares respectivamente por los dos siguientes años en Los Angeles. En las últimas 22 temporadas Fisher solamente ha logrado clasificar a los Playoffs en seis ocasiones. ¿Qué dirían en New England si esto pasara? Desde el 2008 sus equipos no han ganado más de ocho partidos. ¿Qué sería de Apple si en ocho años no renovaran su iPhone? En toda su carrera Mr. Jeff tiene un “impactante” porcentaje de 51% de victorias…la misma probabilidad de un “águila o sol”.

¿Cómo es que un head coach que nunca ha ganado un campeonato tiene una de las trayectorias más largas en la liga? ¿Cómo puede ser que alguien que le niega la entrada al mejor jugador en la historia de su equipo (Erick Dickerson) mientras se convierte en el único entrenador con cinco temporadas perdedoras consecutivas, mantenga su trabajo? La respuesta va mucho más allá del football y de la capacidad para ganar juegos. La respuesta la encontramos en algo muy escondido de la psicología humana, algo que al escucharlo suena decepcionante pero no tanto cuando lo practicamos.

Si usted no recuerda el Music City Miracle del año 2000, donde los Titans vencieron a los Bills con una de las jugadas más improbables de la historia quiere decir que no es seguidor de la NFL, o tiene quince años y no conoció el Messenger. Tennessee, con esa y subsecuentes victorias contra Colts y Jaguars, logró su primera aparición en el Super Bowl XXXIV, detenido por los Rams a una yarda de anotar. En los siguientes cuatro años este equipo de Jeff Fisher logró otras tres apariciones en Playoffs. Esta marca fue algo sobresaliente en ese momento, y quince años después sirve como ancla de una carrera que parece inquebrantable. Increíble lo que la reputación puede hacer tanto en nosotros como en lo que la gente piensa de nosotros.

Algunos años antes de llegar a cuatro Super Bowls consecutivos con los Bills, Marv Levy fue head coach de Kansas City. Desde 1978 hasta 1982 Levy mostró considerable avance en una ciudad que no había tenido éxito desde 1971. Tomó a un equipo que solo había logrado dos victorias y los llevó a cuatro, siete, ocho y nueve en los años mencionados. ¿Qué pasó después? Cansados de “no ver el progreso que quieren”, los Chiefs corrieron a Levy mejores resultados que no llegaron. Las siguientes cuatro temporadas para KC sumaron tres, seis, ocho y seis triunfos. Cuando decidimos hacer modificaciones a veces olvidamos que existen dos direcciones posibles: el resultado puede ser mejor o puede ser peor. Lo nuevo sólo garantiza que existirá cambio, mas no el rumbo de éste.

Si Fisher es el “Jamaica en hockey” para llegar a los Playoffs, Marvin Lewis sería Canadá. En Cincinnati, Lewis ha clasificado en seis de sus últimos siete años. Si esta liga es congruente debería recibir una extensión a su contrato, ¿no? La realidad es que probablemente sea su última temporada con los Bengals. Ahora vámonos sesenta años atrás. Estos mismos Bengals en 1962 recibieron a Paul Brown, uno de los mejores entrenadores de la historia, después de que Cleveland decidió despedirlo aún cuando los había llevado a Playoffs en ocho de sus primeras nueve temporadas.

Increíble como la historia da vueltas. En esa época, Cleveland era un equipo acostumbrado a ganar campeonatos mientras que Cincinnati rezaba por ganar más de cuatro juegos. Hoy, los Bengals están pensando en cambiar de coach pues, al parecer, Lewis no es capaz de ganar en Playoffs. Mientras tanto, en Cleveland, se sentirían felices por tener a alguien capaz de “solamente” ganar. Nuestras percepciones y, más importante, nuestras expectativas, cambian constantemente. Para bien o para mal, dependen de nuestra situación actual, a veces olvidando de lo que somos capaces.

Para lograr una constante mediocridad a la Jeff Fisher se requieren tres componentes:

  • La historia y reputación positiva deben pesar más que la actualidad.
  • El miedo a tener un resultado negativo debe ser más grande que el hambre por crecer y mejorar.
  • Las expectativas deben ser suficientemente bajas para que la normalidad se confunda con éxito.

En Los Angeles se dieron los tres.

 

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